Historia
La
moderna nomenclatura química tiene su origen en el Méthode
de nomenclature chimique publicado en 1787 por Louis-Bernard
Guyton de Morveau (1737-1816), Antoine Lavoisier (1743-1794), Claude Louis
Berthollet (1748-1822)
y Antoine-François
de Fourcroy (1755-1809).1 Siguiendo propuestas anteriores
formuladas por químicos como Bergmann y Macquer, los autores franceses adoptaron
como criterio terminológico fundamental la composición química. Los elementos
fueron designados con nombres simples (aunque sin ningún criterio común) y
únicos, mientras que los nombres de los compuestos químicos fueron establecidos
a partir de los nombres de sus elementos constituyentes más una serie de
sufijos. Esta terminología se aplicó inicialmente tanto a sustancias del reino
mineral como del vegetal y animal, aunque en estos últimos casos planteaba
muchos problemas.
El
desarrollo de la química orgánica a partir de los años treinta del siglo XIX
propició la creación de nuevos términos y formas de nombrar compuestos que
fueron discutidos y organizados en el congreso
de Ginebra de 1892, del que
surgieron muchas de las características de la terminología de la química
orgánica. El otro momento decisivo en el desarrollo de la terminología química
fue la creación de la IUPAC (International
Union of Pure and Applied Chemistry). La sociedad surgió a partir de la
Asociación Internacional de Sociedades de Química que se fundó en París en 1911
con representantes de sociedades nacionales de catorce países. De esta
asociación surgieron varios grupos de trabajo encargados de estudiar nuevas
propuestas de reforma de la nomenclatura química.
Tras
la interrupción producida por la Primera Guerra Mundial, una nueva asociación
volvió a crearse en 1919, cambiando su
nombre por el de Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC). La guerra no sólo supuso
la aparición de una nueva organización sino también la salida de las sociedades
alemanas, que habían sido uno de los primeros impulsores de estas organizaciones
internacionales de química. A pesar de ello, la nueva institución creció
rápidamente hasta reunir en 1925 veintiocho organizaciones nacionales de
química, entre las que se encontraba la española. Además, figuraban químicos
representantes de diversas revistas como Chemical
Abstracts estadounidense,
el Journal
of the Chemical Society , de
Gran Bretaña, y el Bulletin Signaletique de la Société
Chimique de France. Posteriormente se sumaron los editores de la Gazzeta
Chimica italiana, los de la suiza Helvetica
Chimica Acta y los del Recueil
des Travaux Chimiques de Holanda. Finalmente, en 1930, se produjo la entrada
de los representantes de las sociedades alemanas, lo que permitió que se
integraran los representantes del Beilstein Handbuch de Alemania, con lo que se
completó la representación de las principales revistas y de los dos repertorios
de química más importantes del momento. Todos ellos, junto con los
representantes de las sociedades químicas, jugarían un papel decisivo en el
desarrollo de la terminología química en los años siguientes.
La
moderna nomenclatura química tiene su origen en el Méthode
de nomenclature chimique publicado en 1787 por Louis-Bernard
Guyton de Morveau (1737-1816), Antoine Lavoisier (1743-1794), Claude Louis
Berthollet (1748-1822)
y Antoine-François
de Fourcroy (1755-1809).1 Siguiendo propuestas anteriores
formuladas por químicos como Bergmann y Macquer, los autores franceses adoptaron
como criterio terminológico fundamental la composición química. Los elementos
fueron designados con nombres simples (aunque sin ningún criterio común) y
únicos, mientras que los nombres de los compuestos químicos fueron establecidos
a partir de los nombres de sus elementos constituyentes más una serie de
sufijos. Esta terminología se aplicó inicialmente tanto a sustancias del reino
mineral como del vegetal y animal, aunque en estos últimos casos planteaba
muchos problemas.
El
desarrollo de la química orgánica a partir de los años treinta del siglo XIX
propició la creación de nuevos términos y formas de nombrar compuestos que
fueron discutidos y organizados en el congreso
de Ginebra de 1892, del que
surgieron muchas de las características de la terminología de la química
orgánica. El otro momento decisivo en el desarrollo de la terminología química
fue la creación de la IUPAC (International
Union of Pure and Applied Chemistry). La sociedad surgió a partir de la
Asociación Internacional de Sociedades de Química que se fundó en París en 1911
con representantes de sociedades nacionales de catorce países. De esta
asociación surgieron varios grupos de trabajo encargados de estudiar nuevas
propuestas de reforma de la nomenclatura química.
Tras
la interrupción producida por la Primera Guerra Mundial, una nueva asociación
volvió a crearse en 1919, cambiando su
nombre por el de Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC). La guerra no sólo supuso
la aparición de una nueva organización sino también la salida de las sociedades
alemanas, que habían sido uno de los primeros impulsores de estas organizaciones
internacionales de química. A pesar de ello, la nueva institución creció
rápidamente hasta reunir en 1925 veintiocho organizaciones nacionales de
química, entre las que se encontraba la española. Además, figuraban químicos
representantes de diversas revistas como Chemical
Abstracts estadounidense,
el Journal
of the Chemical Society , de
Gran Bretaña, y el Bulletin Signaletique de la Société
Chimique de France. Posteriormente se sumaron los editores de la Gazzeta
Chimica italiana, los de la suiza Helvetica
Chimica Acta y los del Recueil
des Travaux Chimiques de Holanda. Finalmente, en 1930, se produjo la entrada
de los representantes de las sociedades alemanas, lo que permitió que se
integraran los representantes del Beilstein Handbuch de Alemania, con lo que se
completó la representación de las principales revistas y de los dos repertorios
de química más importantes del momento. Todos ellos, junto con los
representantes de las sociedades químicas, jugarían un papel decisivo en el
desarrollo de la terminología química en los años siguientes.